miércoles, 13 de enero de 2010

Revisión Che El Argentino

Dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Benicio del Toro, esta película quería verla hace mucho tiempo.
La figura de Che Guevara es un ícono reconocido en todo el mundo, como un símbolo de la rebeldía contra el sistema, y de la revolución cubana, que sacó del poder a Batista en la isla.
Difícil era el trabajo que tenía tanto el director como los actores al retratar la vida de un personaje así de icónico. Con los años, una figura así tiende a crear leyendas que van más allá del sujeto original, y la imagen colectiva del revolucionario fácilmente podía eclipsar la del verdadero Ernesto Guevara.
Afortunadamente, Soderbergh hace un trabajo muy preciso al ajustarse dentro de lo posible al rigor histórico, y al mismo tiempo mostrando chispazos que encenderían posteriormente las llamas de la leyenda del Che Guevara.
La actuación de Benicio del Toro es realmente buena, incluso uno llega a percibir que está viendo una suerte de documental, más que una película. El ritmo de ida y vuelta, (el Che está respondiendo una entrevista a una gringa en NY, y eso traza las líneas sobre las que descansa el relato, al recordar y saltar en el tiempo a diferentes episodios que muestran el desarrollo de la revolución desde el punto de vista de Guevara) ha sido la mejor opción para relatar las acciones y palabras de este hombre.
Hay escenas, escogidas con pinzas, que muestran por qué el protagonista termina convertido en leyenda. Me llamaron especialmente la atención en la que llega a presentarse ante una columna, con el encargo de Fidel Castro de comandarla, y es parado en seco por el comandante cubano, que le dice "tu eres argentino, no confío en nadie, así que seguiré al mando de esta columna". Guevara acata esto y luego se vuelve a encontrar con Castro, quien le explica "Sácate de la cabeza eso de que eres argentino, que el otro es cubano, y esas tonterías. Acá estamos todos por la revolución, y eso es lo único que cuenta ahora..."
El mensaje es potente. La revolución, conceptualmente, no se trataba, ya en ese estado inicial, de solamente derrocar a Batista, si no de cambiar el sistema. No era una lucha nacional ni nacionalista; denota que así como otros podían participar en ella, la revolución misma podría ser exportada, donde quiera que ese mismo sistema que combatían, estuviera.
Es más, en una conversación que se reproduce más adelante en la película, Guevara le dice a Castro que son sus intenciones llevar la revolución a donde quiera que fuera necesaria, como efectivamente termina haciéndolo, luego de triunfar en Cuba.
La película muestra con claridad algo que comenta la periodista gringa en medio de la conversación; Castro es el corazón de la revolución, pero el Che Guevara es el cerebro.
Durante la historia, se muestran varios aspectos de la vida de Guevara que lo aterrizan, y lo hacen un personaje más creíble, más cercano, lo que hace lo mismo por su mensaje.
Aparece ahí la relación entre el partido comunista y los inicios de la revolución, más como un pacto instrumental que como una conducción por parte de ellos hacia los revolucionarios. La revolución tenía por origen el combatir la injusticia, no instaurar precisamente una ideología política. Esto aparentemente ocurre mucho después, como consecuencia de la oposición e intervención de Estados Unidos, que naturalmente asegura y endurece este vínculo, con los comunistas, y a través suyo, con la URSS.
Una escena particularmente buena y que explica esta separación del Che como mito, del Che verdadero, y de la influencia comunista, y que en particular en Chile debe ser observada con atención, es la que muestra a Guevara dirigiendo una columna motorizada rumbo a La Habana, en la que van todos en vehículos y armados, para el asalto final contra Batista, y en la que aparecen algunos revolucionarios en un convertible rojo, que acababan de robar. Guevara los reprende, es impresentable que vayan formado parte del ejército revolucionario, en un auto robado. Luego de eso, les ordena retroceder y devolver el vehículo, bajo pena de arresto. Eso, en un Chile revolucionario, cuando ocurrió, muestra una clara diferencia en cuanto a cómo se interpreta la revolución.
Por lo que siempre he escuchado, los revolucionarios en Chile se dedicaron al saqueo hasta que casi no quedó nada. No teníamos un Che Guevara que les hiciera ver que eso no era revolución, era simplemente robar.
(95% de logro para esta película)

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