Todo este asunto de la ANFP ha estado dando vueltas estos días en las noticias de todos los canales de TV, en las radios, los diarios, el twitter y facebook. Pienso que todo el desarrollo y resolución del asunto muestra simultáneamente dos aspectos de Chile que se contraponen. Y se contraponen una y otra vez.
Por un lado, la labor de Harold Mayne Nicholls, dirigiendo la ANFP, a mi modo de ver es simplemente admirable. Tiene todo lo que uno podría esperar de la gestión de un dirigente, y no sólo un dirigente deportivo; en primer lugar tomó la dirección del fútbol en un momento en que el sistema antiguo, de dirigentes "a lo compadre", con cuentas oscuras, y toda clase de improvisaciones, tenían al deporte máximo en la bancarrota. Basta recordar que en las eliminatorias anteriores a SudAfrica habíamos rondado lo más profundo de la tabla.
Con una dirección sobria, austera y alejada de los escándalos, hizo subir el valor de todo lo que le tocó manejar, dentro y fuera de la cancha.
Dentro de la cancha, se delinearon metas y estándares que acercaron el verdadero profesionalismo al fútbol, y para eso, eligió a la persona precisa en el momento preciso para lograr implantar una verdadera nueva forma de gobernar el fútbol, al llamar a Marcelo Bielsa, al que me referiré luego.
Fuera de la cancha, el CDF, el canal del fútbol, que apenas se mantenía a flote con 200 mil abonados, aproximadamente, se potenció hasta más que duplicar la gente interesada, el producto "selección nacional" pasó a ser re valorado, y se volvió atractivo para los sponsors, lo que a su vez atrajo más dinero. La buena gestión permitió que se emprendieran proyectos más ambiciosos, como realizar el Mundial Femenino, para lo cual se construyeron nuevos y mejores estadios (incluido el de mi querida ciudad, Temuco), lo que permitió que toda la actividad del futbol se potenciara y fortaleciera. Ahora da gusto ver los partidos, en esos estadios.
Esto trajo como consecuencia que los torneos femeninos, juveniles y amateurs en general, crecieran como nunca antes se había visto, mientras la Selección Nacional por fin se enfrentaba con rivales de mayor calibre. Y encima de todo eso, los recursos generados, que cada vez fueron más cuantiosos, fueron repartidos de forma equitativa entre los clubes, dando impulso a que otros clubes, fuera de los tres de siempre (ColoColo, Universidad de Chile y Universidad Católica) crecieran y se volvieran rivales más dignos, incluso permitiendo que participaran en torneos internacionales. Vergonzoso es recordar cómo luego que los equipos de Santiago quedaron fuera de la Copa Sudamericana, la participación de San Luis quedara relegada a medios regionales, aunque avanzó bastante más que los 3 de siempre.
El entrenador de la selección de futbol siempre es un personaje relevante, por ser quien dirige a los jugadores del deporte que tiene, por lejos, más cobertura y popularidad, en Chile y en el mundo. El que más recuerdo es el "Pelao Acosta", un tipo bonachón, se nota buena onda, que era como un tío de los jugadores, amigo con los más viejos, (viejo es un término relativo en estos casos), y que paraba sus equipos pensando en no perder. Si por algún motivo inesperado el rival no sólo no ganaba, si no que al desesperarse cometía un error, tal vez se le pudiera meter un gol y hasta ganar, por qué no. En ese esquema, dos jugadores caidos de un milagro, como fueron Zamorano y Salas, ultra goleadores, le permitieron al esquema de Acosta soñar con algo más.
En cambio ahora, teníamos (hasta hace muy poco) un entrenador de la Selección Nacional del cual emanaba algo así como un campo magnético de influencia. A los jugadores, al fútbol, al pueblo.
Cientos de anécdotas cuentan de un tipo que usaba transporte público al principio, y que luego de un tiempo, por comodidad decide comprarse un auto. Y no el típico auto que los jugadores tienen, cada uno más aparatoso y espectacular que el anterior, si no un modesto Toyota, como el que tiene mi vecino de al frente. Lo curioso es que no lo hizo por tacaño, pues para eso pudo disponer de un vehículo de la ANFP, hasta con chofer, si hubiera querido, si no que al preguntarle los sorprendidos periodistas, el les responde que con ese auto puede hacer una vida normal, y no pasar a llevar o faltarle el respeto a la gente común y corriente, donde él va a comer, cuando va al cine, al teatro, de compras, etc.
Chile ADORA a aquel que, teniendo todo para tirarse flores y creerse la muerte, mantiene un perfil modesto y austero. Eso es justo lo que hacía Bielsa, con su buzo de entrenamiento, preocupado del fútbol, sin salir en la televisión opinando de las piernas de alguna modelo, ni comentando algún carrete, si no dedicado a su trabajo, siempre comentando las razones futbolísticas de lo que hacía, nunca haciendo caso de algunos de nuestros periodistas, tan malacostumbrados a meter cualquier tema, por estúpido que fuera, tratando de hacerse los graciosos, disparando alguna tontería que dejara en evidencia su ignorancia o poca rigurosidad como periodistas deportivos.
Todo lo que hizo Mayne Nicholls y Bielsa, se traspasaba, en virtud de alguna "osmosis espiritual", a la gente. Y acá hay una salvedad que hacer; estos valores que involuntariamente HMN y Bielsa encarnaron, son justo los valores del Chile que queremos, aquel que rescata a los mineros, aquel que salva gente en terremotos, aquel que a pesar de los abusos de las empresas hace funcionar a la Teletón, aquel que hace que el carabinero del barrio no acepte sobornos, que el casero en la feria evite modificar la balanza al vender fruta, que levanta un Techo Para Chile, en resumen, que con trabajo y honestidad, se puede triunfar. Es lo que nos hace rescatar las cosas buenas que en nuestro pequeño y lejano país podemos hacer, y que nos hace, como dice la frase, ser "hijos del rigor".
El Chile que nos duele, es el que ha triunfado en las elecciones de la ANFP, es el Chile que creíamos ya no estaba, pero sigue ahí, el que sale adelante con trampas, con engaños, con intrigas, que nos muestra que al haber aunque sea un poco de dinero en juego, los de siempre (y no me refiero a los clubes de fútbol), atropellarán a los más débiles para lucrar de lo bueno que se ha logrado.
La raíz del asunto ha sido que la ANFP hasta ahora repartía los beneficios logrados de forma equitativa entre los clubes, e inexplicablemente, esto logró incomodar hasta a clubes chicos, que son justamente los que uno pensaría eran los más beneficiados en el reparto equitativo.
La aparente lógica detrás de esto es que clubes como ColoColo, la Chile y la Católica, (todos de Santiago, para variar) son los que llevan más gente, por que tienen más hinchas, y tienen más hinchas por que son los que más han ganado, y como han ganado más y tienen más hinchas, tienen más dinero para contratar mejores jugadores, muchas veces venidos desde clubes con menos recursos, o desde el extranjero, lo que perpetúa el ciclo, y como son los que llevan más gente, merecen una tajada mayor de las ganancias.
Es lo mismo que una vez tras otra ocurre con Santiago, tiene más gente, por lo que requiere más dinero, con más gente y dinero hay más trabajos, y con todo eso, al final más gente se va a Santiago.
Finalmente, por si la cosa no tuviera ya un mal olor, el tufillo a intervención que tuvo el acto eleccionario (¿quién entiende que a la directiva y cuerpo técnico más exitosos, eficientes y queridos de los últimos años los quieran sacar?), y que sigue salpicando a nuestro Presidente Piñera (se rumorea fuertemente y en algunos casos se afirma que Piñera llamó insistentemente al primer candidato opositor, para que mantuviera su candidatura, y que finalmente fue el club de ese dirigente, de Everton, quien inició el apoyo al dueño de Unión Española, el anti-célebre señor Segovia, para que se presentara como oposición a HMN), todo lo cual, tiñe color (y olor) vinagre, todo lo que pudo exprimir de popularidad al evento de los mineros.
Piñera no basa su "popularidad" en las encuestas en el cariño, el carisma o la admiración, la basa en resultados, como el de los mineros, y aún así, con un evento de nivel mundial, sólo logró empinarse sobre el 60% de apoyo.
Ahora, que el conflicto mapuche se ha aletargado, que aún no hay movimientos fuertes de reivindicación laboral (¿alguien se ha fijado como se crean trabajos de forma artificiosa, para inflar las estadísticas? Se de una fuente directa cómo lo están haciendo, y da asco y vergüenza también, pero es otro tema), se le viene la noche encima al gobierno al encontrarse a quemarropa con que la supuesta reconstrucción es un espejismo (nadie espera que se reconstruya todo en 6 meses, es imposible, pero lo que realmente ocurre va de la mano con actos de corrupción y negligencias que rayan en lo ridículo), y junto con este tema de la ANFP, pintan un retrato del Chile que nos duele, que sigue instalado, que nos recuerda que todas las cosas buenas perecen si no las cuidamos, si no votamos pensando en qué hará quien elijamos una vez electo, si no construimos un mejor país nosotros mismos, si nos creemos el cuento de que en Chile todo está bien, y que debemos dedicarnos a ver programas de farándula y escándalos de poca monta.
El Chile que queremos y el Chile que nos duele coexisten, depende de nosotros darle más o menos metros cuadrados a uno u otro.
Les dejo un link del Mostrador, con un artículo escrito por alguien mejor informado y con muchos más pergaminos que yo, pero aún así, coincidimos conceptualmente.