En estos momentos estoy en un pueblo llamado Freire, esperando a un cliente que se dedica a la pesca, de pescados, obvio, no a jugar con sus amiguitos como cuando éramos niños. Estas semanas he tenido que viajar por toda la región, he ido mucho a Pucon, a Lautaro, Victoria y a Angol, por diferentes motivos. Me agrada viajar, aunque sea un lugar cercano, pero donde no me conozca nadie y yo no conozca el lugar. Cada casa cada esquina o plaza es una novedad que sorprende, micros que uno al subir no sabe a dónde irán, calles que conducen quizás a dónde y personas que jamás he visto y nunca volveré a ver. Esa sensación por motivos que desconozco me agrada, que todo se sienta nuevo y desconocido, lo que ya no me ocurre en Temuco ni en Santiago ni en Viña del mar o Valparaiso. Lo anterior no quiere decir que no me siento a gusto en esas ciudades, es sólo que ahora que se sienten familiares, ya se que hay más allá en cada cuadra que recorro en esos lugares aunque no las conozca completamente.
Lo bueno es que se que no necesito ir a Colombia o México para experimentar esa sensación de novedad, aunque claro, recorrer esos países es mucho, muchísimo más interesante que Freire...
lunes, 11 de febrero de 2013
Viajes, cortos pero viajes igual
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