No nueva en el sentido de que ya no seamos dos marmotas, eso gracias a Dios continúa y muy bien, de hecho Marmotita vino hace poco a Temuco y ahora me corresponde viajar a mí, todos felices. Casi vamos al recital de U2, pero va a haber tanta gente que al final va a ser poco probable que valga la pena tanto jaleo. En la tele mostraban gente esperando desde el miércoles para poder entrar, y la verdad, aunque me gusta U2, no me gusta tanto como para sufrir nada por ellos, y creo que menos la Marmotita, así que pasamos de eso, por ahora.
La nueva vida de Marmotita consiste en que ambos estamos yendo al gimnasio, y hemos cambiado nuestros hábitos alimenticios. No al punto de que sea algo sacrificado, no, no, nada más lejos de el comportamiento de toda marmota que tenga dignidad de marmota, si no que nos hemos alejado de las pizzas, la comida china y los churrascos, para acercarnos, por ahora, más a la comida japonesa, vegetariana y el pescado, en general.
Uno de estos acercamientos lo tuve el otro día, cuando fui por primera vez a un restaurante Mapuche, acá en Temuco, recomendado por mi compadre, el Chupacabras.
"¿Y qué onda, vamos a comer caballo con mudai y vamos a salir gritando y con pelo largo de acá? le pregunté al entrar a mi amigo, (Mudai es un trago Mapuche que se obtiene masticando trigo u otro cereal, que fermenta con la saliva y se bebe después de un hervor. No gracias). A lo que mi compadre respondió, "mira, igual hay caballo en el menú, pero lo que aquí es un hallazgo es su plato de merluza estilo mapuche. Es realmente algo impresionante, cuando termines el plato te sentirás como un cacique listo para la guerra."
Y así no más fue, el plato es impresionante, debo decir, y en realidad, lo único del mismo calibre que recuerdo son los platos de La Gatita en ConCon, así de bueno es:
Este es de la primera vez que fuimos, uno puede elegir como acompañamiento puré, arroz o ensalada estilo mapuche, que fue mi opción. Para qué ir a un restaurante mapuche si uno no consume nada mapuche, ¿no? La ensalada mapuche es bien convencional y no incluye ningún tipo de saliva ajena entre los ingredientes, consiste en montoncitos sin aliñar de zanahoria, repollo, lechuga y tomates cortados en rodajas. Que no tenga más aliño que el limón que te dejan al lado para mí es un plus total; nunca me han gustado las ensaladas cubiertas en aceite, vinagre y más encima dressing. Este último invento lo encuentro simplemente nefasto. Al final uno siente el sabor del famoso dressing, y los vegetales que se supone uno está comiendo desaparecen para el paladar. Probablemente si los vegetales no tienen sabor o estaban congelados, agregarles tanta basura ayude a tragarlos, pero cuando tienes en el plato vegetales frescos y con buen sabor, es un pecado taparlos con productos industriales.
El siguiente intento, para comprobar que fuera igual de bueno, resultó igualmente exitoso:
Siempre uno hace un intento de comprobación del mismo plato en el mismo lugar antes de recomendar una picada; algunas veces ocurre que uno prueba un plato ultra bueno y resulta ser sólo un rajazo, un golpe de suerte, en un local que vende cosas más o menos no más, pero el segundo intento estuvo igual de godzilezco en tamaño y sabor. Eso sin contar que el famoso plato sale apenas 2 lucas. Otra innovación mapuche que encontré muy práctica es que te venden botellas de a litro de lo que pidas, así que con mi compadre Chupacabras hemos acompañado la merluza con cerveza o jugo de frutas compartiendo un litro, por el que se paga una cantidad equivalente a lo que en otro local te pedirían por un vaso apenas, lo que duplica el valor de este hallazgo.
El menú incluye también caballo, mote, y otras cosas poco convencionales, pero gracias a las investigaciones de mi asociado Chupacabras, puedo afirmar que este es el plato estrella, los otros son más bien normales, dentro de su contexto y no son tan recomendables. Para que se imaginen lo monstruoso del plato, miren el tomate en la segunda foto, se puede ver el tamaño que tenía antes de que lo rebanaran, con eso pueden sacar una idea del tamaño de la porción de merluza... mmmm!!!
El local está ultra escondido, es apenas una escalera que da a la calle Rodríguez de Temuco, pero ocupa un espacio amplio del segundo piso, donde antes estaba un restaurante llamado Bavaria. No es muy elegante ni romántico, pero si quieren comer pescado, esta es la recomendación definitiva.
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