Resulta que al final, el último examen, de ayer miércoles, estaba muy complicado, más de lo que esperaba o había imaginado. No sólo por que además de la profesora titular, la comisión estaba integrada por el legendario Yusef Hales, que muchos reconocen por los salvavidas de roca que suele enviar a los alumnos en medio de los exámenes (ocurrió varias veces en el examen de laboral que había preguntas que ni la misma profesora, siendo abogada de la inspección del trabajo, podía responder, o siquiera comprender qué estaba preguntado don Yusef), si no que encima de todo eso, cómo mi apellido comienza con la letra R, pude ver a muchos compañeros que minutos antes habían estado recitando la materia y que ostentaban mucho dominio del tema laboral, sucumbir como moscas ante las preguntas y preguntitas que les lanzaron.
Hubo un caso que hasta nos dejó "con la pálida", por que un compañero re buena onda que se notaba sabía bastante de la materia, y que además estoy seguro se debe haber trizado la columna estudiando, dio un examen bastante bueno, no de esos que la gente se para para ponerse a aplaudir, pero sí nos pareció a todos que había respondido todo correctamente. Se paró del examen y varios hasta lo felicitamos, por que estabamos seguros había aprobado, y faltaba sólo saber la nota, pero don Yusef, una vez más (con el hacha al hombro) lo mira con una sonrisa compasiva y le dice "no XX, tendrás que rendir el ramo de nuevo.
Ahí hasta pensé en mejor firmar y mandarme a cambiar, me acobardé de un paraguazo, pero menos mal, tuve tiempo para recomponerme y pensar.
Me puse a pensar "si me acobardo ahora, repruebo el ramo, me atraso y queda la media cagada... El tener miedo es una decisión, que depende de mí. Así que decido no tener más miedo a esta cosa." Reflexiones similares intento tener cuando algo me asusta o no quiero enfrentar, y afortunadamente la fuerza de voluntad me ha acompañado con buenos resultados (como cuando era el primer día de conocer a la marmotita, y me llevó directo a la madriguera de su hermano mayor, llena con toda su familia y con un enorme potencial para el desastre si se me salía alguna frase o cara mal interpretada, por que sabía que al ser su primer pololo, me iban a estudiar como si fuera alguna especie de novedad sobre la cual hacerse una opinión. Por suerte para mí, resultaron todos ser muy agradables y me trataron ultra bien, aunque perfectamente pudo ser que la familia de mi polola hubiera resultado ser quizás que sorpresa.).
Me tiré a sangre fría contra la comisión, y mantuve la calma para responder, darme cuenta cuando me daban pistas, y reaccionar rápido para corregir lo que pudiera estar errado. Para mí, fueron como diez segundos, pero cuando volví a sentarme y a esperar el veredicto, una compañera me dijo "estuvo re bueno tu examen, pero fue más largo que la cresta". Al final, al parecer fue bueno el examen, por que lo aprobé, en el que al parecer era uno de los ramos más complicados, o al menos con la mayor cantidad de información.
Luego de eso seguí un rato viendo exámenes, y viendo cómo varios de los que poco antes parecían sólidos, se derretían frente a los examinadores.
Creo que en esta pasada, no sabía más que algunos que reprobaron, en esta oportunidad, me salvó claramente la mente fría y la claridad para responder, si hubiera dejado que los nervios o el miedo me superaran, no hubiera llegado ni a presentarme. En buena parte también agradezco estos resultados a mi marmotita, pone justo la dosis extra de presión, que me hace obligarme a responder de la manera correcta, no las preguntas, si no ante estas situaciones de presión extrema.
¿Buen complemento, no?
Hubo un caso que hasta nos dejó "con la pálida", por que un compañero re buena onda que se notaba sabía bastante de la materia, y que además estoy seguro se debe haber trizado la columna estudiando, dio un examen bastante bueno, no de esos que la gente se para para ponerse a aplaudir, pero sí nos pareció a todos que había respondido todo correctamente. Se paró del examen y varios hasta lo felicitamos, por que estabamos seguros había aprobado, y faltaba sólo saber la nota, pero don Yusef, una vez más (con el hacha al hombro) lo mira con una sonrisa compasiva y le dice "no XX, tendrás que rendir el ramo de nuevo.
Ahí hasta pensé en mejor firmar y mandarme a cambiar, me acobardé de un paraguazo, pero menos mal, tuve tiempo para recomponerme y pensar.
Me puse a pensar "si me acobardo ahora, repruebo el ramo, me atraso y queda la media cagada... El tener miedo es una decisión, que depende de mí. Así que decido no tener más miedo a esta cosa." Reflexiones similares intento tener cuando algo me asusta o no quiero enfrentar, y afortunadamente la fuerza de voluntad me ha acompañado con buenos resultados (como cuando era el primer día de conocer a la marmotita, y me llevó directo a la madriguera de su hermano mayor, llena con toda su familia y con un enorme potencial para el desastre si se me salía alguna frase o cara mal interpretada, por que sabía que al ser su primer pololo, me iban a estudiar como si fuera alguna especie de novedad sobre la cual hacerse una opinión. Por suerte para mí, resultaron todos ser muy agradables y me trataron ultra bien, aunque perfectamente pudo ser que la familia de mi polola hubiera resultado ser quizás que sorpresa.).
Me tiré a sangre fría contra la comisión, y mantuve la calma para responder, darme cuenta cuando me daban pistas, y reaccionar rápido para corregir lo que pudiera estar errado. Para mí, fueron como diez segundos, pero cuando volví a sentarme y a esperar el veredicto, una compañera me dijo "estuvo re bueno tu examen, pero fue más largo que la cresta". Al final, al parecer fue bueno el examen, por que lo aprobé, en el que al parecer era uno de los ramos más complicados, o al menos con la mayor cantidad de información.
Luego de eso seguí un rato viendo exámenes, y viendo cómo varios de los que poco antes parecían sólidos, se derretían frente a los examinadores.
Creo que en esta pasada, no sabía más que algunos que reprobaron, en esta oportunidad, me salvó claramente la mente fría y la claridad para responder, si hubiera dejado que los nervios o el miedo me superaran, no hubiera llegado ni a presentarme. En buena parte también agradezco estos resultados a mi marmotita, pone justo la dosis extra de presión, que me hace obligarme a responder de la manera correcta, no las preguntas, si no ante estas situaciones de presión extrema.
¿Buen complemento, no?
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