viernes, 3 de septiembre de 2010

Estupendo, fantástico, espléndido xD

Resulta que el comentario anterior está incompleto. Ayer me llamó desesperado un señor al que representé hace unas semanas en un juicio en que llegamos a un acuerdo para repactar unas deudas que él tenía por unas pensiones impagas. Lamentablemente, al estar atrasado, se le acumularon con las otras y cada vez le era más difícil pagar, así que pronto le llegaron las órdenes de detención, embargo, etc.
El día 16 de agosto tuvimos la audiencia en que llegamos a un acuerdo para que él pudiera pagar, y el hombre se fue feliz, aunque la cuota que tenía que enfrentar era alta, considerando sus ingresos, logró pagarla, con mucho esfuerzo, el día 30.
Cuando me llamó, la policía lo acababa de tomar detenido y se lo iban llevando. el aún tenía en el bolsillo la boleta de depósito de cuando pagó en el banco, y alcanzó a llevar consigo la copia de la sentencia en la que constaba que se había llevado a un acuerdo, pero aún así, se lo llevaban por que el día 13, vaya mala suerte, el tribunal había emitido una orden de arresto en su contra, cosa que no aparecía anulada en la sentencia.

Volé al tribunal, hablé con las mujeres del mesón, a las que les expliqué, pero parecían robots, "si le entiendo, pero en la sentencia no sale que se anule la orden de arresto" "Señorita, es EVIDENTE que si ha repactado y ahí incluso habla de la suma que el debía y que sería pagada de otra forma, además el ya pagó lo que tenía que pagar este mes, ¡están arrestando a un hombre que no debe nada en este momento!", "Si le entiendo, pero no podemos hacer nada..." 

Tal parece que la gente que lo atiende a uno después de hacer una fila tiene instrucciones de cagarle el día a uno de alguna manera. De tanto insistir, me dijo, "a ver, espere un poco, voy a ver si se puede hacer algo". El plan al parecer era que me quedara esperando hasta que me aburriera y me tuviera que ir. Me paré de la espera y fui a hablar con el secretario del tribunal, luego hablé con la asesora técnica que estuvo en el juicio el día 16, y finalmente, logré hablar con la jueza que emitió la sentencia; afortunadamente, la señora tenía muy buena voluntad y claro, de inmediato se percató que era absurdo que después del acuerdo, y habiendo cumplido, al hombre lo tomaran preso, así que emitió una orden inmediata que se envió a la policía, para que liberaran al ciudadano este.
Cuando llamé por última vez a don Fernando, se escuchaba tan emocionado por que lo liberaran, y tan agradecido, que me hizo recordar por qué había elegido ser abogado, no todo es tan oscuro, ni gris, y el lograr una pequeña cuota de justicia es satisfacción suficiente como para soportar las horas ingratas que esta profesión muchas veces tiene. En ese momento me sentí re bien otra vez.

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