domingo, 13 de diciembre de 2009

Día de elecciones


Y aún no me decido por quién votar. El candidato con más porcentaje en las encuestas es

Sebastián Piñera, representante del pacto Coalición por el Cambio. Lo de coalición y cambio me suenan a un híbrido entre Concertación (como idea similar a coalición) y lo del cambio (idea repetida como un mantra hasta que nos saliera sangre por los tímpanos en la anterior campaña de la derecha, cuando Joaquin Lavín era candidato); es decir, sigue siendo de derecha, pero sutilmente ha tendido sus redes para capturar más votos de centro, AKA, votos históricamente de la Democracia Cristiana.
El sujeto promete 1 millón de empleos y que Chile volverá a crecer a tasas vertiginosas otra vez; incluso en otros países algunos han comentado a traves de la prensa que de salir electo, Chile se volvería más competitivo. No me explico en qué basarán esa creencia, o por qué Piñera estará tan seguro de eso, salvo que lo dice para captar más votos.
A favor: Efectivamente un cambio daría la oportunidad a la nueva derecha (post Pinochet) de demostrar si pueden o no tomar las riendas del país de manera responsable, y además, el aparato estatal se sacudiría, cual frutas maduras, del montón de apitutados y operadores políticos que ocupan cargos como representantes de las corrientes de poder internas de la Concertación. Sobre el trabajo y el crecimiento, tengo mis dudas, pero quién sabe.
En contra: Ha sido candidato como mil veces, y cada vez que ha hecho campaña, aparece algún manejo turbio respecto a sus adversarios, o sobre cómo construyó su fortuna, hechos que se mezclan incluso, hasta cierto punto. Basta mencionar lo del Banco de Talca, el episodio de la radio Kyoto, el caso Chispas, o las acciones de LAN, para enturbiar cualquier Curriculum.

Eduardo Frei: Es el candidato que casi no sonríe, casi no habla, y casi ni se presenta, recordando que al principio existía la posibilidad del retorno de Lagos o la presentación de Insulza. Muchos le critican que cuando fue presidente se lo pasó viajando, pero soy de los que piensan que efectivamente eso fue útil al país, pues Chile, aunque nos cueste creerlo, es un país minúsculo al final del mapa, con una población y PIB insignificantes casi a nivel mundial, y estos viajes permitieron crear las redes que produjeron la colección de tratados de comercio que hoy sostiene nuestra economía. Su gobierno no fue malo, pero tuvo serios problemas con la crisis asiática al fin de su periódo.
A favor: Es el que más continuidad garantiza respecto del modelo actual, que si bien no es una maravilla, ofrece estabilidad en lo social. Tiene experiencia en estos asuntos, y por lo tanto autoridad. De hecho alguien cercano a mí piensa votar por él, no por su persona, si no por que representa a la Concertación, y considera que la Concertación debe seguir tal cual.
En contra: El tipo simplemente no transmite nada. No le he escuchado más propuestas que a los otros (están muy escasas de propuestas y proyectos estas elecciones), y elegirlo significa confirmar en sus puestos a todas las rémoras que se alimentan del aparato estatal año tras año, si a eso sumamos su viraje a la izquierda y que planea aumentar las dimensiones del estado (lo que no necesariamente es malo, pero crea más espacios para los apitutados), nos da como resultado un Frei irreconocible al compararlo con el Frei que fuera presidente años atrás.

Marco Enríquez-Ominami (MEO): Inevitable es mencionar que es hijo de un conocido guerrillero e hijo adoptivo de un reconocido político socialista. Su formación es algo ya fuera de lo común. Aparece luego de que se le negara la posibilidad de participar en las primarias (nota en contra de la Concertación, que negocia un candidato DC obligatorio luego de dos presidentes socialistas) y junto a otros descolgados de la misma Concertación, aprovecha el creciente voto de castigo al conglomerado, más que en reclamo por su desempeño, en reclamo al ver que sus estructuras de poder se han ido endureciendo, que sus líderes son los mismos desde los noventas, y que crece la sensación entre ellos de que son dueños de los cargos que se reparten periodo tras periodo; los mismos personajes, a veces como senadores, otras como diputados, y si no resulta, como ministros.
A favor: Aparentemente conjuga lo mejor de la Concertación, en su proyecto país, con la idea de renovar los rostros, lo que crea a su vez la sensación que esta movilidad nos puede alcanzar a todos. Una genuina sensación de que podemos mejorar, sin perder el rumbo que hemos seguido hasta ahora. Sin embargo, su candidatura no parece sostenerse mucho más allá de estas sensaciones.
En contra: Detrás de toda esta pirotecnia, aparecen en las sombras tras el escenario personajes más bien siniestros, como Danús, un empresario ligado parcialmente a grupos que explotan la farándula, el golpe mediático, y que muy probablemente tiene su propia agenda si su "ahijado" resultara electo. Las ideas que propone MEO carecen de la sustancia necesaria para encantar por sí solas, es decir, tiene propuestas, pero están todas teñidas del ímpetu y el caudillismo de su persona. Al revisar su propuesta respecto a los impuestos, aparece prometiendo cambios en la imposición tributaria a los "profesionales exitosos", para hacer surgir la castigada clase media. El problema, es que para calificar de profesional exitoso, hay que ganar como 5.000.000 de pesos mensuales, ($10,060.36 USd), es decir, los que no necesitan realmente mucha ayuda, mejoran, pero si ganas 4 millones al mes (jajaja, ojalá) no calificas a ojos de MEO y sus amigos como clase media, y te quedas con los impuestos de siempre. ¿Qué ofrece con esto MEO a alguien que gana 200 lucas? Nada, que se las arreglen como siempre, solos.

Jorge Arrate: Es el cuarto candidato, el que menos probabilidades tiene, y el que plantea una posición más extrema respecto del sistema actual (a contrario sensu, los otros tres plantean que el sistema casi no cambiará, un hecho curioso en la política latinoamericana, que históricamente busca refundar cada país a cada nueva elección), y no obstante lo anterior, es el que mayor calibre político tiene, por lejos.
A favor: El sujeto sabe, punto. Cuando ha intervenido, ha hecho parecer a los otros tres candidatos como principiantes, tanto en manejo de datos como en capacidad de responder adecuadamente las preguntas de los periodistas en los mal llamados "debates" televisivos. De los cuatro, es el único tal vez que transmite (a título personal, al menos) la figura de estadista que uno espera al ver y escuchar a su presidente, es decir, autoridad y sabiduría que generan confianza, algo que sólo Ricardo Lagos tenía de todos los presidentes que recuerdo, incluyendo a Pinochet. Sostiene Arrate que la columna vertebral de la economía chilena descansa en una medida tomada desde la izquierda, la nacionalización del cobre, que permite hoy el Chile que conocemos, y que los demás sistemáticamente evitan recordarlo, sobre todo la derecha, y que lo mismo debiera hacerse con otros recursos nacionales, explotados por transnacionales que simplemente se llevan los minerales y recursos, sin dejar nada en Chile. (Me recuerda un libro que me prestó hace tiempo un amigo, llamado "Para leer correctamente al Pato Donald", donde se explica en parte la conducta predatoria de las transnacionales, en un ejercicio de validación a traves de la identidad, quienes somos nosotros, quienes son ellos, da para un post por sí mismo el tema.)
En contra: Sepulta las posibilidades de este candidato su cercanía ideológica con movimientos políticos como el de Castro en Cuba, Chavez en Venezuela, y el MAS de Evo Morales en Bolivia. La prensa nos bombardea diariamente con las "extravagancias" que ambos gobernantes intentan en sus países, y de los abusos y arbitrariedades que son perpetrados sistemáticamente en esos países. (¿Cuanto de cierto tendrá lo que dice la prensa?) Si bien es discutible el impacto que esto podría tener en un gobierno chileno, que dudo reinstalara la Unidad Popular como sistema de gobierno, si ha tenido éxito la prensa en instalar en la imagen colectiva una animosidad personal contraria a esos personajes, y la elección de Arrate significaría en la imaginación colectiva, visitas constantes de estos personajes "siniestros", y que Chile terminara aislado y alejado del camino que ha seguido hasta ahora.

Mucho que pensar, en realidad, al conversar con muchos amigos y amigas, me doy cuenta que esta elección es la menos apasionada que recuerde, es realmente fome. Y en general, todos los que se cuestionan sobre a quien votar, descartan hasta dar con el candidato que les parezca menos malo, no aparecen (con la excepción de mi amiga K. y el Ch.) personas jugadas totalmente con un candidato desde el principio. ¿Serán así en adelante todas las elecciones, aburridas? ¿Significará que hemos llegado a un punto en que el sistema no se cuestiona, y que sólo tendremos que votar por el rostro que administre la bestia estatal? ¿Por quién vas a votar, o votaste?

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